
Loft de Werner Musica
Andrea, uno de mis fieles seguidores de esos que dentro de nada cabréis todos en un taxi, sabedor mi lejanísima y ya olvidada etapa de audiófilo, me envía esta “extravagancia” para que recuerde viejos tiempos.
Yo en mis tiempos ya había escuchado con atención un sistema de altavoces también de “bocina”. Lo escuché en la tienda de High-End Werner Música que estaba en la c/Fontanella y hace unos años se trasladó a la calle Carrer de les Moles 4, 08002 Barcelona.
Concretamente fue este equipo que os enseño en la imagen ilustrativa. Me lo enseñó el dueño de la tienda y mi amigo Vicente Viguera, ahora ya muy mayor, pero que por allí sigue, o al menos hace dos años allí seguía, cuando le fui a hacer una visita para recordar viejos tiempos. El solía ir cada año a la Feria de Munich, y al volver solíamos comentar las novedades que el me enseñaba orgulloso en algunas fotos que había hecho, primero en papel, y después en telefonillo.
En su día recuerdo que el de la foto sonaba muy bien con una dinámica excepcional, pero era adecuado para música más bien espectacular, ya sea sinfónica o moderna, pero patinaba bastante en música más intimista, de cámara, jam’s sessions y cosas así. Ahí respondían mejor clásicos como Sonus Faber y otras marcas que ya no recuerdo porque al igual que mis oídos se han perdido como lágrimas en la lluvia.
A veces añoro aquellos tiempos, cuando además íbamos con mi mujer varias veces al año a las sesiones matinales de los domingos primero al Palau de la Música y después al Auditori a escuchar la orquesta OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña). Cuando lo hacían bien (a veces pasaba) y sobre todo cuando venía un solista destacado, era una verdadera delicia. Allí escuchamos, por ejemplo a: Maria João Pires, Joaquín Achúcarro, Martha Argerich, Viktóriya Mulova, Sarah Chang, Anne-Sophie Mutter, Pinchas Zukerman, Gil Shaham, Lluís Claret, Narciso Yepes, y otros muchos que no recuerdo que nos hicieron conocer el cielo en la tierra. Jo, que tiempos aquellos.
Entonces no existía internet y recuerdo que el primer día de venta de entradas en El Palau yo me iba allí a las 5 de la mañana y normalmente era el primero. Me iba con un taco de tikets numerados e impresos por mí e iba repartiendo números a los mañaneros según el orden de llegada, y así todo el mundo podía ir a tomar un café sin perder su puesto en la cola. El taco iba corriendo y cada uno le daba el número al siguiente. Sobre las 8 de la mañana me relevaba mi mujer y yo me iba a trabajar. Ella se quedaba hasta las 10 que abrían las taquillas y compraba las entradas. Como había abonos y estaba todo lleno quedaban las filas 1 y dos (las que nadie quiere), sin embargo es en las que se escucha mejor. Solíamos coger si era posible el lado del solista y muchas veces parecía que el intérprete tocaba para nosotros solos en el salón de casa. Lo teníamos a metro y medio. Fue maravilloso.
Nota tonta y pretenciosa:
La gente ahora ya no escucha nada, solo oye. Oir es algo casual, escuchar es una postura atenta y que exige interés. Es por eso que en esta breve nota siempre he utilizado el verbo escuchar. Los equipos de música High-End, al igual que las orquestas y solistas, no se oyen, se escuchan.
Ver esta publicación en Instagram
Adolfo, me ha encantado la historia.