
Que bien olía
Corría el año 1979 y mi mujer y yo, recién casados, vivíamos en Madrid porque yo había entrado en Telefónica en una cosa que se llamaba el Centro de Investigación y Estudios de la compañía. Allí, algunos “cerebritos” nos dedicábamos a jugar con tecnología y de vez en cuando salía alguna buena idea. En realidad, la existencia del Centro de Investigación y Estudios estaba amortizada de entrada pues el hecho de que una gran compañía tuviera un centro de investigación le permitía desgravar en impuestos mucho más de lo que costaba el centro y los sueldos de todos los que trabajábamos dentro.
Bueno, el caso es que un fin de semana hicimos una escapada en tren a Toledo (yo entonces no tenía carnet de conducir), lo visitamos y como siempre yo hice muchas fotos. Iba armado entonces con una Olympus OM-1 que es con la que empecé.
Recuerdo que al entrar en la catedral cargué un rollo nuevo de diapositivas y naturalmente en el claustro, en la iglesia, y en el tesoro lo gasté por completo.
La sorpresa y después el pánico me entró cuando disparé la foto 36, luego la 37, luego la 38 y luego la 39.
Me metí en un baño que no tenía ventanas y no encendí la luz. Abrí la cámara y comprobé aterrorizado que la película no había corrido.
Apuraba yo entonces tanto el engranaje de la película para tener las máximas fotos posibles que en aquella ocasión resbaló la pestaña y no engranó con la palanca de arrastre.
Mi mujer siempre ha sido muy ordenada y desde siempre, cuando estamos de viaje, anota en una libretita todas las fotos que hago para posteriormente montar un reportaje coherente. Nos tendríais que haber visto repitiendo todo el recorrido y todas las fotos que hicimos en la catedral por segunda vez. Esta vez salió bien y aprendí la lección: más vale perder una foto sin hacer que todas hechas. Nunca más me volvió a pasar.
Nota del editor:
Estuvimos tres años en Madrid, 79-80-81, y después pedí el traslado a Barcelona. Esos tres años lo pasamos muy bien, hicimos amigos y estos, que si tenían coche, nos pasearon por los alrededores. En aquellos tiempos, aparte del clásico Madrid-Barça, no había la más mínima animadversión a los catalanes. Muchas veces añoro aquellos tiempos. Porfa, que nadie se lo tome a mal.
Unfortunate Redditor Purchases Analog Camera But Doesn’t Know Film Must Be Developed
Film photography is fraught with pitfalls and most celluloid shooters will have a story or two to tell about a darkroom disaster.
Un desafortunado usuario de Reddit compra una cámara analógica pero no sabe que la película debe revelarse
La fotografía en película está llena de peligros y la mayoría de los fotógrafos de celuloide tendrán una historia o dos que contar sobre algún desastre en el cuarto oscuro.
Otra nota del editor:
Es una pena que no ponga datos del protagonista. Me gustaría saber su edad.
Yo compraba latas de película y las cortaba a ojo (con los brazos estirados salían entre 30-35 fotos), pero nunca sabías el número exacto. Una vez me paso lo mismo que a tí pero me di cuenta a la 42. Fue en las tablas de Daimiel y las aves no quisieron posar de nuevo.
Ah, había un ilford que tenía el doble de fotos, el soporte era más fino y cabían más en el cartucho, lo malo era colgarlo en el armario secador. Creo que era un Ilford pero no me acuerdo bien.
Hp5 era, con 72 exposiciones